jueves, 30 de agosto de 2012

El truco del Cero





Sorpresa, estupefacción, asombro, y hasta…alguna sonrisa de admiración. En el preciso momento de abrir el cajón, todos los congregados pudieron comprobar que la levedad se debía a la ausencia de quien debía ocupar ese lugar.
Matteo Sorrentino había cultivado la fama durante muchos años, y a pesar de llamarse realmente Genovevo Marcial Del Pueblo Cercano Decimotercero, desde el comienzo de su carrera asumió que llamándose así y habiendo nacido en Calasparra, Murcia, tendría que irse muy lejos para ser tomado con la seriedad que su labor merecía.
La vida le había dado varios dones, y tal vez los más destacados eran unas facultades atléticas envidiables. Obtenidas…dicen, que de saltar desde balcones de bellas señoras y señoritas para escabullirse con pies en polvorosa.
Su padre, que lo veía venir ya de pequeño, le sugirió la idea y “Cero” -para los más allegados-, aprovecho la visita al pueblo de un espectáculo circense para enrolarse en lo que llegaría a ser su vida y de lo que recibiría toda la posterior fama.
Dicen que tenía una capacidad innata que durante las doce generaciones anteriores, ninguno de sus predecesores explotó: era vidente.
Todos los números en los que intervenía, requerían de un proceso de concentración, en el cual, como truco, usaba una visión a modo de flashback de un momento pasado de su vida. Daba igual si era en el trapecio, lanzando cuchillos o de funambulista en el alambre. Nunca repitió una misma escena, por lo que…claro, con el paso de los años, ya agotados sus recuerdos pasados, tuvo que recurrir al momento presente.
Fue por tanto, la noche que le tocaba el que sería su último número, el de escapismo encadenado desde un cajón sumergido en una piscina de agua, cuando en los momentos previos al número dudó. Y vaya que si dudó, no hubo manera de convencerlo de que entrara, por lo que al público enfadado la entrada se le devolvió.
No fue de extrañar por tanto, la reacción de quienes en el momento de abrir la tapa del cajón que le serviría de ataúd, cuando al acercarse para ver el contenido, encontraron una nota que decía:
“Sí, síiii, jajajajaja…y vosotros queríais que yo me metiera allí”.

 Como algo se me tenía que quedar de todo ésto, algún truco pude aprender de Cero, y es el de duplicarme: hoy estoy aquí, y a la vez en "La Charca de las Ranas" de Puck.

jueves, 23 de agosto de 2012

Fabula charcañola V







El día grande de las fiestas San Guijuelo comenzaba a despuntar, se cumplía aniversario de la fundación de la Charca de las ranas y de muchos lugares venían a participar, hasta de Charcaña se iban a esperar.
A tal celebración acudían tantos, que se hacía escaso el hospedaje, pero como el tiempo ayudaba, el día no daba para dormir con tantas atractivas propuestas.
Sin más, todo era puro jolgorio, juerga y canturreo y lejos quedaban los problemas y las cosas serias. Era un día de lujo, por y para la celebración, y desde muy temprano los puestos ambulantes exhibían todo tipo de alhajas, suvenires y viandas típicas de la comarca.
La más guapa ya estaba elegida, y junto a Puck, la “mandamasa” general, animaba a todos a la buena celebración.
Los menos pudientes, se ambientaban con lo que podían y quien se lo podía permitir, no escatimaba en el rico manjar del lugar. Su olor estaba en el aire y aunque escaso, todo el mundo aspiraba a merendar.
Y es que…al precio del mosquito autóctono quién podía llegar.



MORALEJA:
Disfruta del la Charca mientras la vida te deja,
si esperas solo por el beso de una princesa,
es posible que termines ilesa,
pero seguro que igual de vieja y pelleja.


Felicidades Puck por esa labor altruista para con todas las ranas carriadas y descarriadas.

             
www.Tu.tv

martes, 21 de agosto de 2012

Pasito a pasito

"Es falso que nada sea casual, todo principio tal vez lo sea, pero posteriormente condiciona y marca precedente de lo que ha de llegar.
Nos subimos en una estación que nos señala un origen y establece que de alguna manera lo tengamos que llamar.
La edad me desinhibe y tras haber superado y asumido una etapa de cumplimiento con la dictadura social, vuelvo a mi inocencia y la enmascaro para protegerla, hasta que mi viaje me permita llegar al punto en que perdí mi casualidad.
Juego a ser yo mismo y a que nada ni nadie me ate a la realidad".



Pasado un año, me reitero y me reafirmo en prácticamente todo. Fue la primera nota que colgué en este blog, lo hice de corrido y usando técnica de escritura terapéutica. Es decir, a lo que salga y sin borrar. Con este comienzo titubeante nació esta idea, con la intención de construir sobre ella y gracias a que me lo puedo y me lo seguís permitiendo, espero seguir al menos para poder cumplir mi segundo año escribiendo –prometo no volver a recordarlo-. Pasito a pasito, y si tengo la suerte de no perderos, lo seguiréis viendo.



sábado, 18 de agosto de 2012

Estratagemas




La guerra se hacía inevitable. Dos ejércitos se preparaban para una dura lucha que a la postre, solo serviría para fortalecer el ego y la fama de sus mandatarios. A costa, como siempre, de las grandes pérdidas que surgirían.
Los vasallos, en mayor medida al principio, caían sacrificados por defender el honor de su señor. Los primeros ataques, de tanteo, lograban abrir líneas por ambos bandos, dejando espacios abiertos para arqueros y caballeros, que con su estrategia romperían flancos y acabarían debilitando el frente.
La situación se ponía fea, pero parecía estar controlada. Cuando todo indicaba el momento del ataque final, justo en el momento más crítico y desesperado, la corona ejerció su poder. Confabulado con la iglesia, y demás buenas bazas, justo en el momento de ser atacado, se desvaneció en el aire, como si nunca allí hubiera estado. En su lugar, motas de polvo caían lentamente como levitando en un lugar en el que antes hubieran estado.
El rey, conocedor de todos los entresijos de su fortaleza, ante la frustración de su agresor, encontró cobijo tras los muros de la inexpugnable torre.
Por esta vez había logrado mantener intacto su pellejo, el enroque corto lo había salvado.